Doce años llevan Piano Magic evolucionando bajo la hegemonía de Glen Johnson, con diferentes formaciones, estilos y propuestas, pero siempre marcados por el signo de la solidez y de la calidad.
Se trata de una apuesta musical que siempre está ahí, que permanece y que muy frecuentemente está obsequiándonos con nuevos trabajos. No se trata de ese tipo de bandas que hace un buen álbum, desaparece y después resulta que la crítica trata de mítico su trabajo, musa, fuente y origen de un montón de influencias posteriores. Tampoco es ese otro tipo de banda que hace un par de discos notables seguidos de un montón de discos más mediocres, pero que igualmente triunfan, un poco por la inercia de sus primeros trabajos, un poco viviendo de las rentas anteriores. Ni tampoco es, en fin, una banda de las que aparecen al calor de fugaces y repentinas modas, de agresivos booms agitados por el mejor marketing, que parecieran comerse el mundo, ser los nuevos Beatles o similares y que, sin que nadie sepa bien la razón, desaparecen tan rápido como vinieron y ya nadie se acuerda de ellos.
Piano Magic siempre está ahí y siempre tiene un buen disco que ofrecernos. Puede estar más o menos inspirado, o puede estar más o menos acorde con nuestra concepción musical –que ellos mismos a menudo también varían- pero ellos siempre están ahí con un trabajo de calidad.
Se trata de una apuesta musical que siempre está ahí, que permanece y que muy frecuentemente está obsequiándonos con nuevos trabajos. No se trata de ese tipo de bandas que hace un buen álbum, desaparece y después resulta que la crítica trata de mítico su trabajo, musa, fuente y origen de un montón de influencias posteriores. Tampoco es ese otro tipo de banda que hace un par de discos notables seguidos de un montón de discos más mediocres, pero que igualmente triunfan, un poco por la inercia de sus primeros trabajos, un poco viviendo de las rentas anteriores. Ni tampoco es, en fin, una banda de las que aparecen al calor de fugaces y repentinas modas, de agresivos booms agitados por el mejor marketing, que parecieran comerse el mundo, ser los nuevos Beatles o similares y que, sin que nadie sepa bien la razón, desaparecen tan rápido como vinieron y ya nadie se acuerda de ellos.
Piano Magic siempre está ahí y siempre tiene un buen disco que ofrecernos. Puede estar más o menos inspirado, o puede estar más o menos acorde con nuestra concepción musical –que ellos mismos a menudo también varían- pero ellos siempre están ahí con un trabajo de calidad.
Piano Magic, como algunos otros grupos coetáneos, hubiera sido uno de los otrora denominados “super-grupos” si hubiera actuado en los 70-80. pero como quiera que empezaron a despuntar cuando ya morían los 90 y el mismo siglo, se conformó con convertirse en uno de los fenómenos más destacados del llamado post-rock de finales de los noventa, cuando nos dejó literalmente paralizados con aquel Low Birth Weight (1999), que ya era su tercer disco.
Desde entonces han transitado un gran abanico de estilos, pero si hemos de definir su música, se puede hablar de una propuesta bastante ecléctica, mística y etérea, a veces algo fantasmagórica, con tonalidades claro-oscuras, mutando constantemente desde los sonidos electrónicos a los eléctricos, pasando por momentos etéreos y melancólicos del dream-pop, de las bellas melodías, a los sonidos oscuros del dark-wave, gótico y barroco. En fin, tan sólo son etiquetas, definiciones, que estamos obligados a dar para que podamos hacernos una idea de su amplio universo.
Pero, siempre, lo mejor es sumergirse en alguno de sus discos y dejarse llevar, perderse en su atmósfera, unas veces más densa que otras.Y para ello, nuestro consejo es empezar por cualquiera de sus dos anteriores trabajos Disaffected (2005) o Part-Monster (2007), aunque igualmente podemos ir directamente a su nuevo disco Ovations (2009), donde vuelven un poco a esos ambientes más siniestros, y donde además colaboran Peter Ulrich y Brendan Perry, de Dead Can Dance.
Escucha como comienza cualquiera de los tres discos que hemos mencionado. Te puedo asegurar que los pasajes instrumentales son totalmente vivos, emocionantes y perfectos en instrumentación. El sonido es implecable: en un buen equipo de música, te quedas sin habla cuando súbitamente acaba la canción... y tardas luego un tiempo en reaccionar y en volver de nuevo a la cotidiana vida de la que partiste cuando le diste al play. Cuando logras recuperarte, una bella melodía muy arreglada te envuelve, se mete dentro de tí; después, te abraza con esos brazos que surgen de la nada, y te lleva a realizar un viaje a través de paisajes improbables.
Piano Magic está formado por dos palabras: piano y magic. El piano puede representar la música en estado puro y, realmente, su música, puede ser la simbiótica banda sonora de la magia…
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