viernes, 8 de mayo de 2009

Descubriendo a The Czars

Llegamos con un Descubriendo a… que nos tememos que ya es a título póstumo, pues The Czars se han disuelto y parece que no vayan a volver, si bien nadie puede saber eso, pues tantos otros se han ido y luego han vuelto...

No obstante, queremos rendir el merecido homenaje a una banda que ha hecho muy buena música y a un John Grant, líder de la banda, que ha brillado a nivel compositivo y que está entre las mejores voces masculinas pop que conocemos, tanto por su timbre como por su sutileza a la hora de evocar los versos de sus canciones. Es un artista increíble. Cada tema que interpreta esta cargado de un sentimiento y una convicción emocional que sencillamente te descoloca.

Aunque The Czars ya llevaban algunos años anteriormente, los conocemos desde aquel magnífico Before... But Longer (2000), el cual era un álbum de corte algo intimista, con un pop rodeado de un halo de misterio, cierto ambiente nocturno, desprendiendo mucho carisma y sensibilidad; quizá algo pretencioso, sin centrarse en busca de una homogeneidad, tratando de tocar varios palos y queriendo resultar airoso en todos ellos. Pero, al mismo tiempo, que delicia que existan discos así, atrevidos, que deban ser escuchados con cariño, con atención, despacio, degustando, tratando de entrar en el mundillo que cada pieza propone.

Y esta es la línea general de la música de The Czars, sólo que con el tiempo se va abriendo más y se atreve cada vez con más cosas. Pero el manual para disfrutar de su música sigue siendo el mismo: escuchar, asimilar y desgranar. No utilizar como música de compañía, cual si de un hilo musical se tratara; escuchar, asimilar, digerir y disfrutar; no esperar la canción fácil…

Y en esa línea está el siguiente disco The Ugly People vs the Beautiful People (2001); la tónica es la misma, pero ahora algunas canciones brillan con más luz, te das más cuenta de su belleza en una primera escucha. La producción va mejorando y el flirteo con más instrumentos, registros y estilos es mayor. La banda parece que se asienta sobre más sólidos argumentos y aunque siguen transitando varios estilos, están muy cohesionados por la personalidad instrumental del grupo y, sobre todo, por la maravillosa voz del John Grant, que templa y manda. Sin duda, otro disco excelente y quizá algo más asequible que el anterior, con memorables canciones, con auténticos trallazos pop-rock.

Y tras dos discos tan seguidos, y tan buenos, enmudecen tres años. ¿Qué está pasando? ¿Van a seguir?, nos ponemos a husmear…quizá no sea lo deseable, pero son muchos los grupos que sacan un disco casi cada año y estos no aparecen, ¿qué estarán preparando? La verdad es que teníamos una gran expectación…

En 2004 tenemos la respuesta: nos dan en todas las narices con el grandioso Goodbye, un disco casi perfecto en composición e interpretación, sin complejos ni pasajes oscuros, atrevido, maduro, directo.

Con Goodbye finalmente encuentran su sitio en el espectro musical; es su obra cumbre sin duda y un disco que debería estar en los estantes de cualquier aficionado al pop de todos los tiempos. Siempre les adornó un romanticismo que, a veces, pudo leerse como decadente, pero esta vez han encontrado sus mejores momentos, jugando con los interludios electrónicos, con el folk, country-rock, con el soul, con el academicismo jazz, con los pasajes agridulces, sin aromas turbios, haciendo una música atemporal, impregnada de un clasicismo heredero de la mejor tradición pop-rock de siempre.

Y en 2006, llega la despedida (parece que definitiva)… editan Sorry, I Made You Cry y es cuando ya nuestro corazón no lo puede resistir y estalla. Un conglomerado de versiones, rarities o covers de temas muy bellos, deliciosamente escogidos e interpretados gloriosamente, con el toque personal que sólo la voz de John Grant puede dar. Tiene razón el título de este disco: “Cuidado…puedo hacerte llorar”. Y tanto. Debería tener una pegatina que lo advirtiera fuera, en la carátula del disco. Un disco excelente y evocador, delicado, a la par que sencillo y sin artificio. Un disco que te hace llorar, reír, soñar y que te levanta en esos momentos oscuros que todos tenemos.

En una pena que The Czars nos hayan dejado y que ya no hayan más discos, ahora que habíamos llegado al climax musical gracias a ellos y ahora que se encontraban en su mejor momento. Y es totalmente injusto que un grupo como este, con una música como esta, no se conozca y que ni siquiera se pueda encontrar apenas información sobre ellos en Internet, ni en casi ninguna parte.

Han desaparecido del panorama musical, ni siquiera ya tienen página Web… se han difuminado, ¿es para siempre? ¿dónde están ahora?... es como si un halo de misterio les envolviera…