Nos hemos quedado
totalmente sorprendidos con este disco que nos visita hoy. Lo cierto es que lo descubrimos hace ya algún tiempo, pero hasta ahora no habiamos
tenido centrarnos en él y no nos arrepentimos ni un ápice. Su autor es un artista neozelandés afincado
en Londres que se hace llamar Connan Mockasin. Curioso personaje.
En 2010
publicó un disco llamado Please Turn Me
Into The Snat en el Reino Unido y en su país de origen. En 2011 relanzó
internacionalmente ese mismo disco bajo el título de Forever Dolphin Love, añadiendo
segundo CD donde se interpretan en directo algunos cortes del álbum.
Forever
Dolphin Love es un disco difícilmente clasificable, atípico y que despliega una
música que ya pensábamos que no se hacía;
tiene un aroma conceptual, sinfónico, psicodélico, enigmático, casi se diría que con aires de rock progresivo, que te transporta hacia los mejores tiempos que este tipo de música
vivía en los primeros 70.
Y no es que
se parezca especialmente a ninguno de los super-grupos que reinaban entonces,
pero sí en el concepto. Es una música
con temas largos, llenos de cambios, sonido hipnótico, lisérgico, ritmos
inesperados, capas de guitarras, arreglos de viento y teclados, increíbles percusiones
y con una influencia jazzística en muchos momentos del disco.
Las canciones
se suceden una tras otra en un flujo continuo, como pegadas, envueltas en un
halo de misterio, con neblina, con pasajes muchas veces fusionados, con sus
introducciones, nudos y desenlaces. Un disco creativo, imaginativo, onírico,
psicodélico, visionario, galáctico, multicolor y de aire muy experimental, como
los buenos discos de rock progresivo de antaño.
No, no es un
disco de pop fácil, fresco y directo, que entre a la primera. Es un sonido muy
especial y que puede que no llegue a muchos oídos no entrenados, pero a
nosotros nos ha gustado mucho y, ya lo indicábamos al principio de esta reseña,
sobre todo nos ha sorprendido.
Nos alegra enormemente haber descubierto en
estos tiempos un trabajo como este, con este calado artístico, cuasi-teatral y con esta forma de concebir la música. Impresionante y, en algunos momentos, verdaderamente inspirado.
Seguimos buscando muevas joyas del pop actual y hoy nos visitan desde New Jersey una banda llamada Real Estate y un disco de pop luminoso llamado Days y que deslumbró –nunca mejor dicho- el pasado año 2011.
Real Estate lleva dos discos en el mercado y, si ya su disco de debut de 2009 tuvo una gran aceptación, repiten fórmula y repiten éxito con este nuevo trabajo, con mejor sonido, y muy bien clasificado en las listas de lo mejor del año.
Siempre han hecho y continúan haciendo un pop fresco, brillante, soleado, con ritmos tranquilos y muy basados en grandes arreglos de guitarras y en las armonías vocales, con reminiscencias claras del pop de finales de los 60, como The Byrds, Beach Boys, etc.
Un disco que no reinventa nada, ni probablemente pretenda hacerlo, pero que suena muy fresco, es muy agradable de escuchar y que tiene momentos muy brillantes.
Pero mejor damos paso a la música. Os dejamos con Real Estate y este Days (2011), un disco que busca desesperadamente estos primeros rayos de sol de la primavera.
Vamos siempre navegando por los mares del pop y, aunque hay épocas de mayor estabilidad, normalmente son muchos los
discos que entran y salen en mi reproductor, como olas de traviesa marejada. Y aunque buscamos siempre descubrir cosas nuevas y
actuales, también viajamos al pasado, esquivando a la flecha del tiempo, tal como hemos estado comprobando en las
últimas entradas.
Pero, con todo este trasiego, siempre quedan discos que
permanecen más tiempo en el mismo sitio, siendo testigos del ir y venir de muchos otros a su alrededor, pero
permaneciendo sin embargo inamovibles. Rome (2011) es uno de esos discos especiales e invariables y que, desde que lo descubrí, lleva
muchos meses ahí, para cuando lo necesite escuchar y dejarme llevar por el remanso
de paz y la magia que me transmite. Sus autores no los había oído nunca nombrar antes, unos
tales Danger Mouse & Daniele Luppi.
La música que hay en esta obra es excepcional. Dicen que es una banda sonora sin película y tiene toda la pinta: música
preciosista, con sus partes cantadas y con sus partes instrumentales, aderezadas con enormes
arreglos orquestales y corales. Y, como también mandan los cánones, con voces invitadas de artistas reconocidos,
como Jack White (White Stripes) yNorah Jones, interpretando
varios temas cada uno. Una auténtica maravilla y totalmente inclasificable, simplemente para cuando nos apetezca o nos dé la gana escucharla o para cuando nuestro estado de ánimo así lo requiera.
Un trabajo muy bien elaborado, delicado, precioso y exquisito. Pasa el tiempo, siguen
entrando y saliendo discos en mi reproductor, pero ahí se queda de nuevo Rome, eterno, impasible,
inexorable, viéndolos pasar y esperando su momento.
Se ha creado la partitura, ahora falta el celuloide y el argumento ¿Qué tal si esto lo
ponemos cada uno de nosotros?