viernes, 13 de diciembre de 2013

Vampire Weekend
Modern Vampires of the City

 

Desde Nueva York, Vampire Weekend  vuelen a visitarnos. Ya lo hicieron en 2008 y nos encantó descubrir y presentar su disco de debut. Hay muchos grupos que tiene un buen primer disco y luego, por diversas circunstancias,  no logran mantener ese listón en su segundo trabajo y, si no logran remontar con un tercer disco, su rastro de va difuminando;  perecen en intento por madurar si  tienen falta de ideas o bien, si tratan de renovarse demasiado,  pierden su esencia y se convierten en algo nuevo y desconocido para sus seguidores… y es como volver a empezar.

No es exactamente lo que ha sucedido con Vampire Weekend, si bien su segundo trabajo Contra (2010) nos pareció un “más de los mismo” y más flojo que el primero. Es por ello que, injustamente, hemos infravalorado este nuevo trabajo Modern Vampires of the City (2013)  en sus primeras escuchas y hasta que no le hemos dado una segunda oportunidad recientemente no nos hemos percatado del gran disco de que se trata. Si, quizá estemos ante su mejor trabajo, con permiso de temas Walcott o M79, por ejemplo,  que nos gustaron mucho en su disco de debut.
 
 
Wampire Weekend no han perdido su esencia a pesar de que si han evolucionado, madurado y se han acercado a otros palos y registros, siguen siendo ellos. Ese  afro-pop tan de moda entonces que se dejaba ver en sus temas casi ha desaparecido; si lo buscas lo encuentras,  pero mucho más camuflado.
Nos gusta mucho el disco en su conjunto, aunque hayan unos cortes más brillantes que otros. Indaga mucho más en otras ramas del árbol pop-rock, en otros ritmos que podríamos incluso denominar funky en ocasiones, pero más pop de acento clásico en otras ocasiones flirteando con varios estilos.
Y al final del disco dos cortes de tinte diferente, más lentos, atmosféricos y oscuros. Es curioso,  parece que entremos en otro disco. Interesante final que nos deja con ganas de volver a escuchar el disco… le damos al PLAY de nuevo y empieza la fiesta. Un gran disco.
 
 
 
 

jueves, 5 de diciembre de 2013

Steven Wilson
The Raven That Refused To Sing



La verdad es que la etapa musical  que se desarrolla entre finales de los 60 y primeros 70 nos parece descomunalmente creativa y creo que ahora ya, con algo de perspectiva histórica, podemos verla como una etapa clave en la historia de la música popular, con un antes y un despues.  Una eclosión de colores tuvo lugar e incluso el mismo arco-iris quedó abrumado. Una etapa que dio lugar a tantas y tantas cosas, que ha creado las bases de mucho de lo que ha venido después y que es como una supernova, en cuya explosión está la base de la vida.

Pero no queremos ponernos nostálgicos ni queremos decir que la música que se hacía en esa época sea la mejor. Nada más lejos de nuestra intención, a pesar de su manifiesta influencia en etapas posteriores. La explosión que se produjo ha ido evolucionando en distintas ramas, estilos y maneras y hemos disfrutado en estas décadas de un catálogo muy amplio dentro de la música pop para que cada uno subjetivamente, como en cada arte, pueda sentirse identificado con lo que más le transmita, a pesar de que, los medios nos traten de reencaminar en muchas ocasiones por determinadas sendas.

Sin embargo, en esta reseña queremos rendir culto a esa etapa, y concretamente a esa rama que antes conocíamos como rock sinfónico y que ahora vemos etiquetado como Progressive Rock, Jazz-Rock o Symphonic Prog u otras similares. Estúpidas etiquetas que responden al carácter humano de encasillar y clasificar todo. Mejor no tenerlas en cuenta porque es simplemente música, inclasificable, mundos diferentes que nacían.

Allá donde el pop, el folk, el rock, los juegos vocales, los arreglos, los pasajes instrumentales, las atmósferas, la amalgama de instrumentos sin pudor, la psicodelia, el virtuosismo, lo barroco, lo lírico y otros ingredientes se mezclaron e interactuaron para dar lugar al estilo que queremos presentar y que pergeñaron e interpretaron, cada cual con su forma personal, las grandes bandas del momento.

Steven Wilson es un músico de nuestros días pero que hace la misma música que hemos llamado aquí rock sinfónico y que nos remonta a esa época. Tiene una ya larga carrera con su banda llamada Porcupine Tree,  ha colaborado en otros proyectos y además tiene sus propios discos en solitario.


Como hoy día es habitual, podemos encontrar mucha información en Internet sobre casi lo que queramos. Por ejemplo, os recomendamos este enlace de la revista Hipersónica.
En este año acaba de editar un disco  llamado The Raven That Refused To Sing (2013),  en el que ha colaborado  Alan Parsons (otro grande que hace poco hemos traído por aquí)  en la producción.

Pretende ser un álbum de rock progresivo o sinfónico al estilo de finales de los 60 y comienzos de los 70 con ecos de Pink Floyd, King Crimson, ELP, Yes, Camel, Jethro Tull, los Genesis de Peter Gabriel… ahí es nada.

No os lo perdáis, escuchadlo con detalle y con amor, incluso os diría que con paciencia a aquellas personas más de canciones cortas, poco amigas de los temas largos y más conceptuales.

Virtuosismo instrumental que hará las delicias de aquellos que aman este estilo musical y que puede servir de entrada y de gran descubrimiento a quienes no se hayan prodigado por este tipo de música por las razones que sean.

Esperemos que así sea y que esto os anime a investigar más su obra o, si no la conocéis, la obra de las bandas de aquella época que aún son mejores y más genuinas. Se abre un nuevo mundo, una nueva perspectiva de la música ante nosotros... Ya nos lo contaréis. :-)