
La banda fue formada en 1991 por el teclista Geoff Barrow y la cantante Beth Gibbons que tomaron el nombre de la localidad natal de Barrow, situada a 15 km al oeste de Bristol.
El grupo ya tiene unos años y eso se nota en su clase a la hora de componer e interpretar música. Beth Gibbons canta que desgarra el alma y los arreglos instrumentales, sobre los que su voz planea, son excelentes y, en ocasiones, estremecedores.
Si buscamos referencias o información acerca de este disco, incansablemente lo vemos clasificado como de estilo trip hop; pero eso… ¿qué narices es?
No lo sabemos bien -ni nos importa- se trata de una de esas etiquetas o invenciones mediáticas para catalogar su música, que a mí se me antoja inclasificable. Me parece un disco que has de oirlo varias veces y, en cada escucha, descubres nuevos detalles, el disco va cada vez a más y va adquiriendo cohesión y conceptualidad.
En mi opinión hay algunas partes que son demasiado oscuras, góticas o quizá demasiado atestadas de ruidos electrónicos pero, en general, el disco tiene enormes y brillantes momentos musicales, a pesar de lo misteriosos, taciturnos y turbadores que puedan parecer ciertos pasajes del mismo en una primera escucha.
Nos encantan los discos que no digieres a la primera y que ofrecen muchas escuchas sin cansarte, porque en ellos hay mucho por descubrir.
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